En esas circunstancias, nuestro autor se pone a componer una historia que sirva para animar la resistencia y la rebelión. Será una historia conocida y nueva, una historia ideal y realizable; sonará a cosa vieja, pero tendrá una clave de lectura en el momento actual.
El autor empleará la acumulación de datos precisos para enmascarar la referencia a los hechos del día. Los lectores entenderán fácilmente ese guiño malicioso, que suena ya en el nombre del protagonista. Pero el camuflaje del autor resultó tan eficaz, que muchos siglos más tarde algunos tomarían el relato por historia verdadera o acusarían al autor de ignorancia histórica.
La finalidad del libro la podemos formular de dos modos complementarios:
a) El autor quería echar un discurso a sus hermanos y compatriotas, exhortando a resistir, a rezar y confiar en Dios, recordando el pasado; este discurso se monta hábilmente en una narración interesante y fácil de recordar. Los recitadores del relato se convierten un poco en predicadores, casi oficiando en un acto litúrgico; las súplicas del libro eran fácilmente rezables.
b) El autor compone una narración ejemplar, con fuerza de arrastre. Según la tradición bíblica, hace explícita esa interpretación en discursos y rezos.
Pero el libro desborda la situación inmediata y se ofrece para nuevas lecturas en clave semejante.
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