jueves, 2 de febrero de 2017

JUDIT. CAPÍTULO 5.

Informe de Ajior 

51A Holofernes, generalísimo del ejército asirio, le llegó el aviso de que los israelitas se estaban preparando para la guerra: habían cerrado los puertos de la sierra, habían fortificado las cumbres de los montes más altos y llenado de obstáculos las llanuras.
2Holofernes montó en cólera. Convocó a todos los jefes moabitas, a los generales amonitas y a todos los gobernadores del litoral, 3y les habló así:
-Cananeos: decidme qué gente es esa de la sierra, qué ciudades tienen, con qué fuerzas cuentan y en qué basan su poder y su fuerza, qué rey les gobierna y manda su ejército 4y por qué no se han dignado venir a mi encuentro, a diferencia de lo que han hecho todos los pueblos de occidente.
5Ajior, jefe de todos los amonitas, le respondió:
-Escucha, alteza, lo que dice tu siervo. Te diré la verdad sobre ese pueblo que vive en la sierra, ahí cerca. Tu siervo no mentirá. 6Esa gente desciende de los caldeos. 7Al principio estuvieron en Mesopotamia, por no querer seguir a los dioses de sus antepasados, que residían en Caldea. 8Abandonaron la religión de sus padres y adoraron al Dios del cielo, al que ellos reconocían por Dios; pero los caldeos los expulsaron de la presencia de sus dioses, y tuvieron que huir a Mesopotamia. Allí residieron mucho tiempo; 9pero su Dios les mandó salir de allí y marchar al país de Canaán, donde se establecieron, y abundaron en oro, plata y muchísimo ganado. 10Después bajaron a Egipto a causa de un hambre que se abatió sobre el país de Canaán, y allí se estuvieron mientras encontraron alimento. Allí crecieron mucho, hasta ser un pueblo innumerable. 11Pero el rey de Egipto la emprendió contra ellos y los explotó en el trabajo de las tejeras, humillándolos y esclavizándolos. 12Ellos gritaron a su Dios, y él castigó a todo el país de Egipto con plagas incurables; así, los egipcios los expulsaron de su presencia. 13Dios secó ante ellos el Mar Rojo 14y los condujo por el camino del Sinaí y de Cads Barnea. Expulsaron a todos los moradores de la estepa, 15se asentaron en el país amorreo y exterminaron por la fuerza a todos los de Jesbón. Luego pasaron el Jordán y tomaron posesión de toda la sierra, 16después de expulsar a los cananeos, fereceos, jebuseos, a los de Siquén y a todos los guirgaseos, y residieron allí mucho tiempo. 17Mientras no pecaron contra su Dios, prosperaron, porque estaba con ellos un Dios que odia la injusticia. 18Pero cuando se apartaron del camino que les había señalado, fueron destrozados con muchas guerras y deportados a un país extranjero; el templo de su Dios fue arrasado, y sus ciudades, conquistadas por el enemigo. 19Pero ahora se han convertido a su Dios; han vuelto de la dispersión, han ocupado Jerusalén, donde está su templo, y repoblado la sierra, que había quedado desierta. 20Así que, alteza, si esa gente se ha desviado pecando contra su Dios, comprobemos esa caída y subamos a luchar contra ellos. 21Pero si no han pecado, déjalos, no sea que su Dios y Señor los proteja y quedemos mal ante todo el mundo.
22Cuando Ajior acabó, se levantaron protestas de todos los que estaban de pie en torno a la tienda. Los oficiales de Holofernes, todos los del litoral y los moabitas querían despedazarlo:
23-¡No tenemos miedo a los israelitas! Son un pueblo sin ejército ni fuerza para aguantar un combate duro. 24¡Hala, vamos allá! Serán un bocado para tu ejército, general Holofernes.

Explicación.

5 El discurso de Ajior detiene de golpe la narración. De repente descubre Holofernes la diferencia de ese pueblo único en su resistencia; a su pesar (lo quiere el narrador) tiene que preguntar admirado. Por boca de un extranjero recibirá una lección de historia sagrada, el estatuto único de ese pueblo elegido.
5,3-4 La serie de preguntas supone una ignorancia poco verosímil en un general experto en campañas y victorias; el narrador quiere poner en boca del enemigo un reconocimiento penitente de Israel. Las preguntas se pueden inspirar en Nm 13,18-20, donde encajan perfectamente.

5,5 El nombre Ajior (= mi hermano es luz) no se encuentra en libros precedentes. Por eso algunos, suponiendo una confusión de las letras r y d (parecidísimas en la escritura cuadrada), han conjeturado un nombre original, Ajiud (= mi hermano el judío), que se lee en Nm 34,27. De nacionalidad es amonita, pueblo enemigo de Israel y excluido de la comunidad sacra (Dt 23,4). Aparece como jefe militar de todas las tropas amonitas incorporadas al ejército de Holofernes; por tanto, goza de autoridad particular.

5,5b-21 El discurso de Ajior está enmarcado en un exordio y una peroración. El cuerpo contiene un rápido recuento histórico, en el que se destaca la visión teológica de la historia: salvación incondicional de Dios en la primera parte, hasta instalarse en la tierra prometida; retribución a partir de ese momento.

A la letra sólo responde a la primera pregunta de Holofernes; implícitamente responde a las demás, concentrando todas las ciudades en Jerusalén y todo, el poderío del pueblo en la fidelidad a su Señor.

Llama la atención en el discurso la ausencia de nombres personales: en vez de nombrar a los patriarcas, presenta, desde el principio, al pueblo como protagonista; nada se dice de David y su dinastía. Así adquieren más peso la geografía, la tierra prometida y el pueblo escogido.

Las expulsiones llegan a crear un ritmo histórico; los expulsan al principio los caldeos, los expulsan después los egipcios, ellos expulsan a los cananeos, son deportados.

La articulación de 17-19 es fidelidad, pecado, conversión, con sus correlativos de protección divina y castigo. Es muy importante el hecho de que todo haya culminado en la conversión: el autor pronuncia un juicio optimista sobre su época.

La Vulgata amplifca generosamente el discurso de Ajior y cambia varias frases (después del v.13).

5,5b En el exordio promete decir la verdad (como hará más tarde Judit). Su discurso va a ser como la profesión de fe histórica de un prosélito.

5,7-8 Es una versión original de los orígenes, que coloca la conversión todavía en territorio de Babilonia (caldeo) y que considera Mesopotamia como etapa intermedia. Véanse las versiones de Gn 12,4 y Jos 24,2. Ajior da al Señor un título universal, Dios del cielo; véase Jon 2,9.

5,9 Según Gn 13,2-6. En un verso resume la etapa patriarcal.

5,13 Yhwh entra en la contienda.

5,17 "Odia la injusticia": puede verse Gn 18,25; Is 61,8; Sal 5,6.

5,20-21 La peroración no responde a ninguna de las preguntas del general, es una recomendación militar no pedida y nada agradable: incluye una negación de la divinidad de Nabucodonosor y de su supremacía militar.

Este final tiene algo de proselitismo, aunque se presenta como simple conclusión teológica.

5,23-24 La Vulgata cambia añadiendo énfasis: "¿Quién es ése que se atreve a decir que los israelitas podrán resistir al rey Nabucodonosor y a su ejército? No tienen armas ni experiencia en la guerra. Para que Ajior confiese que nos quería engañar, subiremos a la montaña, capturemos a todos sus jefes y con ellos lo atravesaremos. Así sabrá todo el mundo que Nabucodonosor es dios de toda la tierra y que no hay otro".

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